Estilo de vida obediente y la oración

Estilo de vida obediente y la oración

10 ene 2022, 00:43

“Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho” (1 Juan 5:14, 15).

Nosotros no tenemos poder, pero él es Todopoderoso

Los mensajes de los tres ángeles son un llamado a una vida de obediencia para nosotros. El mensaje del primer ángel declara: “Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado” (Apocalipsis 14:7). El Nuevo Testamento fue escrito en griego y la palabra para temer usada en este texto también puede traducirse como respeto, reverencia u honor. Es una actitud de lealtad a Dios, es un ascenso mental para ser obediente a su voluntad. El hombre sabio lo dice de esta manera: “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala” (Eclesiastés 12:13-14).

Cuando pensamos en guardar los mandamientos de Dios, es muy fácil reflejar nuestra debilidad, nuestra fragilidad y nuestra incapacidad para hacer lo que deseamos en lo profundo de nuestras almas. Muy a menudo deseamos hacer las cosas bien, pero no logramos encontrar la fuerza para llevar a cabo esos deseos. Junto al apóstol Pablo debemos reconocer: “Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago” (Romanos 7:15). ¿Cuál fue la solución del apóstol a este dilema? Al final del capítulo, él pregunta: “¿quién me librará de este cuerpo de muerte?”. Y responde con este argumento de afirmación positivo: “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro” (Romanos 7:24, 25). Hay una solución al problema de fallar, arrepentirse y fallar otra vez constantemente. Pablo dice que es Jesús, nuestro Señor. Nosotros somos débiles, él es fuerte. Nosotros somos frágiles, pero él es todopoderoso. Nosotros no tenemos poder, pero él es omnipotente. Nosotros somos incapaces, pero él es capaz de todo. Elena de White lo dice de manera hermosa en un artículo que escribió:

“El ejemplo de Cristo nos muestra que nuestra única esperanza de triunfo consiste en la continua resistencia a los ataques de Satanás... Como vencedor, él nos ha dado el beneficio de su victoria, para que [...] por su constante poder, bajo la tentación impetuosa, podamos resistir en su todopoderoso nombre y vencer como él venció” (En los lugares celestiales, p. 253).

Clamar por su victoria

Podemos sobreponernos en la vida cristiana cuando nos enfocamos en el poder de Cristo y no en nuestra debilidad. Al entrar en la oración, clamemos la promesa de 1 Juan 5:14, 15: “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho”. Si clamamos esta promesa por la fe, Jesús hará cosas maravillosas y nos dará la fuerza para vivir vidas piadosas mientras nos preparamos para su pronto regreso.