La Urgencia de la Oración

La Urgencia de la Oración

Mark Finley5 ene 2022, 18:06

Una tarea abrumadora

La población mundial explota. Las últimas cifras de población revelan que nuestro mundo tiene7.8 mil millones de personas apiñadas en este globo giratorio llamado Tierra que flota en el espacio a 67.000 millas por hora. Con cerca de 385.000 bebés que nacen cada día, o 140 millones por año, nos preguntamos cómo podremos algún día alcanzar a este mundo con las buenas nuevas del evangelio y el pronto regreso de Cristo. Cada año nacen casi siete veces más personas que el número actual de miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

Consideremos el desafío de otra manera. Las ciudades del mundo crecen a gran velocidad. Hay al menos 548 ciudades con una población de un millón o más. Muchas de estas ciudades se encuentran en países donde la Iglesia Adventista del Séptimo Día tiene muy poca presencia. La tarea abrumadora de alcanzar a este mundo con los mensajes de los tres ángeles se despliega frente a nosotros. Millones mueren sin Cristo y sin conocer las buenas nuevas de salvación y la esperanza de su segunda venida. La tarea frente a nosotros parece imposible, y eso nos debe llevar a ponernos de rodillas en oración fervorosa.

A través del poder del Espíritu Santo

Ningún esfuerzo humano es suficiente para alcanzar este mundo para Cristo. Los planes humanos no tienen poder a menos que el Espíritu Santo les dé poder. Solo a través de ese poder este mundo será alcanzado por el mensaje del cielo para el tiempo del fin. Solo a través del poder del Espíritu Santo pueden ser alcanzados los millones en las grandes ciudades. Solo a través del Espíritu Santo se puede alcanzar a los países no alcanzados que se resisten al evangelio. Solo a través del poder del Espíritu Santo podemos alcanzar a nuestras comunidades. Y la increíble buena nueva es que Dios ya está trabajando en estos lugares “difíciles de alcanzar”. Él nos invita a buscar en él el poder para cumplir la tarea que tenemos delante de nosotros.

Cuánto más

Jesús dijo: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11:13). Nota la expresión “cuánto más” en este versículo. Jesús quiere hacer mucho más por nosotros de manera personal y mucho más por su iglesia de lo que imaginamos. Él nos insta a pedir por el Espíritu Santo, a rogar por el Espíritu, a buscar la bendición del Espíritu con todo nuestro corazón, no porque él no quiera dárnoslo, sino porque no estamos preparados para recibirlo. Al comenzar estos diez días de oración este año, clamemos por esta promesa juntos.

“La promesa del Espíritu Santo no se limita a ninguna edad ni raza. Cristo declaró que la influencia divina de su Espíritu estaría con sus seguidores hasta el fin. Desde el día de Pentecostés hasta ahora, el Consolador ha sido enviado a todos los que se han entregado plenamente al Señor y a su servicio” (Los hechos de los apóstoles, p. 40). Oremos.